La selección española, con su triunfo ante Corea del Sur, además de sumar su undécimo triunfo consecutivo desde el tropiezo contra EEUU, también volvió, una vez más, a ganar marcando en los últimos minutos. Incluso antes de la Eurocopa, en la fase de clasificación de esta, ya se empezó a ganar (o empatar, por ejemplo contra Islandia) en los últimos minutos. Además, no siempre ha necesitado jugar bien para hacerlo, pero ha tenido partidos dominados de principio a fin y generando infinidad de ocasiones que se han decidido al final. Podemos llamarlo inercia, espíritu ganador, suerte, calidad, pegada, relajación (o cansancio) de los rivales, suerte y de muchas maneras más, pero, en todo caso, siempre han aparecido los Güiza, Villa, Xabi, Iniesta etc para sacar las castañas del fuego. En estos dos últimos amistosos de preparación, les ha tocado el turno a Llorente y Navas.
Contra Corea, los suplentes hicieron un partido espeso y falto de fluidez, que sólo mejoró en parte con la entrada de algunos titulares, pero que aún así mostró muchas carencias: Villa estuvo, dificil de creer, fallón, Pedrito hizo la guerra por su cuenta y Silva salió tarde, a falta de diez minutos, pero aún así, Albiol recogió un rechace, tras un tiro errado por Villa, en la frontal, cedió para Navas y este, con total tranquilidad, la clavó en la escuadra. Gol y victoria sin sudar.
Probablemente, esta “manía” de ganar siempre esté provocada por una mezcla de todas las razones anteriores: Por una parte, España tiene este “carácter ganador”, unido a la calidad de sus jugadores, que hace que siempre salgan a por la victoria, y que un resultado de empate o derrota (para los nuestros) cuando llegamos al final del partido sea siempre uno positivo para el rival, por lo que se echan atrás a defender el resultado. De esta manera, si tiene que marcar uno, es la Roja quién lo hace. Por otra, jugar 90 minutos contra un equipo que no te deja olerla y tener que presionar siempre a sus medio centros desgasta mucho físicamente, lo que también podría provocar estos goles postreros. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el carácter, la inercia ganadora y el cansancio rival no significan que marques el último córner del partido, que un jugador que no destaca por su disparo meta un golazo por la escuadra desde la frontal, o que un pelotazo que no despeja la defensa acabe en las botas de tu delantero, rompa a su marcador con fortuna y defina (Villa contra Suecia en la Eurocopa, un gol que además nos aseguraba la primera plaza del grupo, pudiendo jugar contra Grecia con suplentes. Ese partido, adivinen, lo ganamos 2-1 con gol de Güiza en el 90'), así que tendremos que decir que España es un combinado afortunado.
Por último, me gustaría decir dos cosas, una, que la suerte no nos va a salvar en el Mundial, o por lo menos no podemos basarnos en ella (ejemplo en las semifinales de la Copa Confederaciones), en especial si jugamos contra las selecciones más potentes, y la otra, que los amistosos previos a la Eurocopa también los ganamos, jugando horrible (ante EEUU y Perú; ante estos últimos, Capdevila marcó... en el descuento). Ante Polonia, este martes, veremos como reaccionan tanto jugadores, en el césped, como cuerpo técnico, a la hora de hacer la alineación, dar instrucciones y las charlas que toquen para evitar otra soporífera pero, probablemente visto lo visto, victoria
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